Xavier Mina en la liberación de España (1808-1814)

Guadalupe Jiménez Codinach

Mina y sus valientes guerrilleros con su escarapela roja acosaban sin cesar a los franceses, interceptaban sus correos, atacaban como mosquitos a los convoyes y destacamentos enemigos, a veces con solo doce hombres. Por sus hazañas, Xavier fue nombrado comandante de los Cuerpos de Voluntarios de Navarra, y la Junta de Zaragoza le confirió el mando del Alto Aragón.

 

Días antes del inicio de la Revolución francesa, el primero de julio de 1789 nacía en Otano, un poblado de Navarra, un pequeño que dejaría su impronta en la historia de dos naciones unidas por lazos de sangre, el idioma y la fe común: España y la Nueva España.

Xavier Martín Mina, y no Francisco Xavier como erróneamente se le llama, fue el tercer hijo del sencillo labrador Juan José Mina y su esposa Marie Andrés Larrea. Su infancia transcurrió entre verdes y azules colinas, vetustas piedras de antiguas ermitas, montañas lejanas de color violeta, riachuelos bordeados de árboles, veredas y blancos caseríos, silenciosas iglesias románicas y campiñas pespunteadas de flores en el verano. Aquellos recios paisajes forjaron un carácter noble, firme y valiente en aquel joven diestro en las faenas rurales, en la cacería, y aplicado en la escuela de primeras letras y más tarde en su primer año en la Universidad de Zaragoza.

Xavier hablaba, además del castellano, el éuskera y algo de francés; más tarde aprenderá el inglés. A los once años fue a residir a la casa de su tía Simona Espoz para continuar sus estudios en el seminario, donde cursó latín, matemáticas y humanidades. En Pamplona conoció al coronel Juan Carlos de Aréizaga, quien le enseñó algunas nociones militares.

Napoleón invade España

Nuestro joven de dieciocho años estudiaba la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza cuando un aciago suceso transformó para siempre su vida: a fines de 1807 y principios de 1808 el ejército francés ingresó a España y empezó a ocupar las principales villas y ciudades. Ante el avance de los invasores, Xavier pasó, de la alegre vida de un estudiante, a convertirse en un afamado guerrillero contra las tropas napoleónicas. En su natal Navarra reunió a un grupo de jóvenes como él y creó el Corso Terrestre de Navarra, una partida de voluntarios que fue descrita como una “guerrilla”, término que la prensa británica hizo internacionalmente famoso, al aparecer por primera vez en The Times de Londres el 27 de octubre de 1808.

Xavier pronto llegó a ser tan famoso en España y Portugal como lo fueron los guerrilleros el Empecinado, el Cura Merino y el Marquesito. Se le conocía como “Mina el estudiante” o “Mina el Mozo” y al grito de “¡Mina!, ¡Mina!” numerosos españoles se unieron a las partidas o guerrillas contra los invasores franceses o “gabachos”. “Irse a Mina” fue sinónimo de unirse a los defensores del suelo hispano.

Mina y sus valientes guerrilleros con su escarapela roja acosaban sin cesar a los franceses, interceptaban sus correos, atacaban como mosquitos a los convoyes y destacamentos enemigos, a veces con solo doce hombres. Por sus hazañas, Xavier fue nombrado comandante de los Cuerpos de Voluntarios de Navarra, y la Junta de Zaragoza le confirió el mando del Alto Aragón.

El 29 de marzo de 1810, al disponerse a recoger un cargamento de bombas incendiarias y pertrechos militares enviados por los aliados ingleses vía Lérida, Xavier fue aprehendido por los invasores en Lebiano y, herido de un sablazo, fue conducido ante un general francés, quien anotó lo siguiente: “Mina, el Príncipe de los Guerrilleros, ha caído en nuestras manos”.

A pesar de que el emperador Napoleón I firmó la orden para ejecutarlo, el general Georges Joseph Dufour la ignoró y Mina fue trasladado a la prisión de Vincennes,cerca de París. En una nota enviada al famoso ministro de Policía Joseph Fouché, se le decía: “Este joven, fogoso de temperamento, procuró conducirse en la guerra de un modo que lo hiciera acreedor a la estimación de aquellos mismos a quienes combatía. Los testimonios de todos los franceses que cayeron en su poder están de acuerdo en el elogio de su carácter y del respeto que sabía imponer a sus subordinados a favor de los prisioneros”.

Hermoso testimonio de sus enemigos en donde se refleja cómo la magnanimidad de Xavier con sus prisioneros y su valentía le valieron que se le perdonase la vida. Preso en el Castillo de Vincennes, cárcel a donde Bonaparte enviaba a sus enemigos más peligrosos, Mina pasó allí cuatro años y, en ese lapso de tiempo, tuvo como mentor de estrategia militar al general francés Victor Fanneau de La Horié, enemigo de Napoleón y padrino del escritor Victor Hugo.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo "Xavier Mina y la guerra contra el absolutismo español" de la autora Guadalupe Jiménez Codinach. Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #106 impresa o digital:

Xavier Mina y sus 300 combatientes internacionales. Versión impresa.

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