El sorprendente circo Moisant

Edmundo Derbez García

En 1911 los más audaces pilotos del mundo impresionaron a los habitantes de Monterrey, México y Veracruz a bordo de sus potentes máquinas voladoras.

 

El 23 de febrero el ferrocarril con la Moisant llegó a la estación Colonia de la ciudad de México, entre las actuales calles de Reforma, Sullivan y Villalongín. Dos días después el presidente Díaz, acompañado del gobernador del Distrito Federal, Guillermo de Landa y Escandón, se hizo presente en el campo de Balbuena.

Durante las demostraciones, Barrier lanzó su avión sobre las gradas, en donde el mandatario observaba el espectáculo. Cualquiera hubiera pensado que ocurriría una catástrofe, pero el aeroplano describió un amplio círculo y al final el presidente felicitó a los aviadores. Simon dejó caer su aparato desde una altura de 150 metros y, cuando el público creyó que se estrellaría en el suelo, se elevó de improviso para arrancar aplausos y vivas. Luego realizó algunos giros sobre el Zócalo y las torres de la catedral; además, lanzado en una carrera a la villa de Guadalupe, alcanzó los 100 km/h.

Garros voló hasta Chapultepec, donde dejó caer una tarjeta con un saludo para el presidente Díaz. También exhibió sus dotes de piloto sobre la Columna de la Independencia y rompió el récord de altura en la ciudad de México. Y en el cerro de la Estrella, con gran agilidad “bombardeó” con naranjas a un grupo de soldados que lo ametrallaban con salvas.

El periódico El Imparcial halagó a las enormes aves mecánicas que habían conquistado el aire. Nadie imaginaba aún el ventarrón revolucionario que se cernía sobre la ciudad de México. La gira culminó en Veracruz, pero el circo tropezó con varios problemas de organización el 11 de marzo y se informó que sólo volaría un aparato. Garros estuvo a cargo de la exhibición aérea y en uno de sus giros dejó caer un ramo de flores sobre el buque Gloire, de la armada francesa, anclado en el puerto.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “El sorprendente circo Moisant” del autor Edmundo Derbez García y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 89