¿Quién fue don Fernando de Tapia Conin?

Cartografía urbana: Col. Tenorios, Del. Iztapalapa, CDMX, C.P. 09680
Luis Salmerón

Conin viene de una palabra otomí que significa “ruido”. Su nombre cristiano, Fernando, lo eligió en agradecimiento al conquistador Hernán Pérez Bocanegra, mientras que su apellido lo tomó de don Andrés de Tapia, encomendero de Jilotepec que fungió como su padrino de bautizo.

 

 

Don Fernando de Tapia Conin fue un poderoso cacique de origen otomí que ayudó a los españoles en la lucha contra las tribus insumisas del centro de Nueva España. También fue el fundador del pueblo de indios que después se convertiría en la ciudad de Querétaro.

 

Conin nació en Nopala, en el reino de Jilotepec (actual estado de Hidalgo), y poco se sabe de su vida antes de la conquista de los españoles; ni siquiera se tiene claro su año de nacimiento. Quizá solo que era un comerciante o pochteca que mercaba con los mexicas y las tribus chichimecas con las que intercambiaba hilos de maguey, sal y mantas, obteniendo pieles de animales principalmente.

 

Con la caída de la gran Tenochtitlan en 1521, muchos pobladores de origen otomí emigraron hacia el actual Bajío, que por entonces era una región fronteriza entre el imperio mexica y las tribus chichimecas. Se cree que Conin aprovechó el conocimiento que tenía de la zona y sus pobladores para establecerse en las cercanías de la actual ciudad de Querétaro. Así, logró consolidar cierto poder sobre los asentamientos cercanos.

 

Cuando el conquistador y encomendero español Hernán Pérez de Bocanegra llegó a la región que habitaba Conin, lo convenció de convertirse al cristianismo y fue bautizado con el nombre de Hernando o Fernando de Tapia. Ya con su nuevo nombre y como aliado de los europeos, ayudó a someter a los indígenas del área, principalmente a los chichimecas insurrectos de un lugar llamado Andamaxei, que significa “lugar en donde se juega a la pelota”. Luego, en 1531, obtuvo el permiso para fundar con indígenas otomíes y algunos chichimecas cristianizados la población que después sería la ciudad queretana.

 

Fernando de Tapia fue sumamente importante para la colonización de la región y grandes extensions de terreno. A él se debieron innumerables fundaciones, por lo que fue recompensado con la cesión de generosas mercedes de tierra y vasallos. Gobernó entre los naturales, de los que fue nombrado gobernador vitalicio. También le fue concedido el título de capitán general y el privilegio de anteponer el “don” a su nombre, lo que daba muestra de su ascenso a la nobleza novohispana.

 

El viejo cacique murió en 1571 y su hijo Diego de Tapia heredó el gobierno de la ciudad y el título de capitán general. Fue un hombre rico que al igual que su padre ayudó a la Corona española en la conquista de nuevas posesiones; incluso, el monarca Felipe II le concedió un escudo de armas.

 

Fue así que Fernando de Tapia, nacido como otomí, murió como un noble español. Trabajó gran parte de su vida para consolidar las instituciones instauradas tras la Conquista. Sus herederos continuaron su labor y con su fortuna se construyó el convento de Santa Clara, donde su nieta Luisa de Tapia fue la primera abadesa.

 

Esta nota breve del autor Luis Salmerón se publicó íntegramente en Relatos en Historias en México número 106.