¿Por qué sí es válido hacer historia inmediata?

19-S. Los días que serán historia
El Doctor Pedro Salmerón nos lo explica:

 

¿Historia inmediata? Un lugar común de muchos lectores de historia e incluso de historiadores tradicionalistas (mal llamados positivistas) es que para poder escribir historia hay que dejar pasar treinta o cincuenta años. Desde que era estudiante, me preguntaba ¿por qué cincuenta y no 51 o 49? Muchos de los maestros que promovían esa descabellada teoría nos hacían leer a Hernán Cortés para entender la Conquista, a Carlos María de Bustamante para la Independencia o a Álvaro Obregón para la Revolución. Quizá no se daban cuenta de su incoherencia, o quizá no consideraban aquellos libros historia, sino fuentes.

 

Pero había otra escuela de pensamiento en las facultades de historia; una escuela dominante en mis tiempos de estudiante: el historicismo o relativismo histórico. Y el historicismo que leíamos en nuestros años de aprendizaje nos decía, en palabras de Benedetto Croce, que “toda historia es historia contemporánea” y que “el pasado no existe”: la historia está viva en el espíritu y no en los restos muertos del pasado. De ahí partía R. G. Collingwood para afirmar que “toda historia es historia del pensamiento”, que “el conocimiento histórico es la reactualización, en el espíritu del historiador, del pensamiento cuya historia estudia” y que “el conocimiento histórico es la reactualización de un pensamiento pasado, encapsulado en un contexto de pensamientos presentes que, al contradecirlo, lo confinan a un plano diferente al suyo”.

 

Es el historiador quien construye –o reconstruye– dentro de sí mismo el pasado y, por lo tanto, “todo pensamiento histórico es interpretación histórica del presente”. Por supuesto, si la historia es interpretación, no hay Verdad, sino verdades a las que llega el historiador desde sus problemas presentes, su perspectiva presente y, por fin, si lo que nos lleva al estudio de la historia son los problemas del presente, la historia es también “compromiso, decisión, toma de partido”, como expone Ramón Iglesia.

 

Haciendo un lado el idealismo (la reducción de la historia al espíritu y a la historia del pensamiento), hay cuatro premisas con las que es difícil no coincidir: a) el pasado no existe, la historia vive en el presente; b) es el historiador el que (re)construye en su interior el pensamiento del pasado; c) la verdad es relativa, depende de la subjetividad del historiador, y d) la historia exige compromiso en el presente.

 

La historia, pues, es presente. Para esta escuela. También para la escuela marxista y más aún, el nuevo marxismo crítico. Si la historia es nuestra forma de conectar con nosotros mismos, de entendernos, el presente, ayer, hoy en la mañana, también es historia.

 

Con este y otros escritos sobre los sismos, Relatos e Historias hace también su ejercicio de eso que algunos llaman “historia inmediata”: una reflexión en clave histórica de acontecimientos recién ocurridos; en este caso, la reflexión sobre la respuesta social y gubernamental a estos eventos, ocurridos en septiembre de 2017.

 

¿Historia o crónica?, ¿historia o fuentes para la historia? Creo que para ser llamada historia, se refiera a los olmecas o al camino rumbo a las elecciones de 2018, se requiere un proceso de reflexión, crítica y confrontación de fuentes, ponderación de las distintas versiones y análisis. Por tanto, es posible que, aunque obra de historiadores, estos textos no sean aún historiografía, sino crónicas, relatos, testimonios; fuentes para la historia.

 

Como lo son también los textos publicados en el blog colectivo El presente del pasado. Inició la serie sobre el sismo del pasado septiembre Luis Arturo Salmerón, quien contó su emotivo e impactante testimonio sobre su colaboración con los Topos en el multifamiliar de Tlalpan y Erasmo Castellanos (https://goo.gl/A1fz7C), al sur de la capital. Siguió Irma Sanginés, cuyo recorrido por el norte de la Colonia del Valle es casi tan emotivo como el de Luis Arturo. Felipe Ávila, a su vez, recorrió la colonia Roma y la Zona Rosa, dejándonos también un testimonio inmediato de la gente movilizada. Octavio Spíndola Zago lleva la mirada a Puebla, partiendo de su universidad hacia las calles. Araceli Mondragón analiza el discurso de las televisoras en torno al invento de la niña “Frida Sofía” y plantea una primera interpretación de ese intento de manipular la sensibilidad de la gente y la información inmediata sobres los hechos. Donovan Martínez, de la Ibero; Víctor Gutiérrez Maldonado, de la UAM; Alejandro Herrera Dublán y Víctor Martínez Rojas suman sus testimonios, más los que se acumulen. Entre estos, Pablo Picatto inicia la interpretación y la sistematización, el aprendizaje de los hechos; es decir, a los testimonios sigue ya la historia (https://goo.gl/M3fQx4).

 

La historia se empieza a contar y cumple su función: explicarnos la vida, dotarla de sentido.

 

 

 

El artículo "Historia Inmediata" del autor Pedro Salmerón se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 111.