Morelos

Motivos y estrategia

Alfredo Ávila

Después del encuentro con el cura de Dolores, Morelos supo claramente de los motivos y del carácter de la guerra emprendida por los insurgentes para poner fin al régimen colonial y obtener la libertad y la independencia para todos los habitantes del reino de la Nueva España.

 

José María Morelos tenía cuarenta y cinco años cumplidos cuando Rafael Guedea, propietario de la hacienda de Guadalupe, le informó que el cura de Dolores “había movido una revolución” y se dirigía a Valladolid de Michoacán. Las noticias eran confusas, pues de inmediato las autoridades virreinales se encargaron de condenar a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y sus seguidores, acusándolos de los crímenes más atroces contra el rey y contra la religión. Por ello, el cura de Carácuaro decidió tomar camino de Valladolid, para “informarse” de aquel movimiento, toda vez que estaba encabezado por un hombre a quien respetaba, su antiguo profesor y rector. Al llegar a la ciudad, pudo ver el espectáculo de la salida de las milicias rebeldes, acompañadas por numerosos rancheros, jornaleros e indígenas de la región. No encontró a Hidalgo, quien había partido poco antes.

Era 20 de octubre de 1810. El cura de Carácuaro salió rápidamente para alcanzar a Hidalgo. Lo encontró por la tarde, en Indaparapeo. No hay más testimonio de aquella entrevista que el escueto del propio Morelos. Sólo sabemos que quien fuera profesor del Colegio de San Nicolás expresó a su antiguo discípulo que el objeto de “aquel movimiento o revolución” era la independencia, por lo cual lo comisionó “para que en la costa del sur levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones” de destituir de los empleos públicos a los europeos y entregarlos a los americanos, aprehender a los gachupines, embargar sus bienes para pagar a la tropa y, el más importante, tomar Acapulco.

La incorporación de José María Morelos a la insurgencia estuvo motivada por razones de índole social, económicas y políticas. De hecho, durante toda su trayectoria como dirigente de la insurgencia mantendría la convicción de que debía eliminarse la opresión fiscal, evitar la salida de riquezas del reino y promover la igualdad entre los “americanos”, sin importar su origen étnico o social. De igual forma pesaba en Morelos la actuación de los monarcas españoles, quienes vendieron sus dominios, sin tener facultades para hacerlo. Cuando Fernando VII ocupó el trono de España, tras la salida de las tropas napoleónicas, Morelos se negó a obedecerlo por considerar que el tratado firmado por el Borbón en Valeçay en 1813 lo obligaba a aliarse con Francia, de modo que no desaparecía la razón política por la que los americanos habían tomado las armas.

Tras la publicación de un bando el 17 de noviembre de 1810, en el que resumía los principales puntos del plan de gobierno americano, Morelos se encaminó hacia Chilapa. En el camino consiguió la adhesión no sólo de numerosos hombres, dispuestos a unirse a su movimiento, sino de algunos de los más destacados terratenientes y poderosos locales, cansados también de las crecientes presiones fiscales de la última etapa colonial. La Tierra Caliente se convirtió a partir de ese momento —y después del fracaso de Miguel Hidalgo— en el principal escenario de la insurgencia, tanto por los éxitos militares de Morelos como por el desarrollo político hacia la formación de un Estado independiente americano.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Morelos” del autor Alfredo Ávila. Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #25 digital:

1810. Reformas Borbónicas. Versión digital.

 

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